Hace ya algo más de un año
decidimos crear la Asociación Gastronómica Cultural AGAR-AGARI. Hay más de
quinientos grupos gastronómicos en la provincia de Cádiz, así que crear otro
nuevo puede parecer una redundancia. Además, algo que no saldría del ámbito privado
si limitáramos nuestra actividad a reunirnos cada cierto tiempo para celebrar
una comida o visitar un local apetecible. Esta sana sociabilidad alrededor de
la mesa nos gusta tanto que también la practicamos. Pero, desde el principio,
queríamos no sólo disfrutar de la comida sino contribuir a que ese disfrute
fuera mayoritario. Si algo nos define es que queremos cambiar muchas cosas.
Para empezar, esa equivocada imagen de que a quienes nos gusta comer y beber
con entusiasmo sólo nos interesa nuestra propia tripa, y que vivimos como en
una burbuja de espumoso a donde no llega el olor de la calle, ni sus
preocupaciones, ni sus apreturas. Somos esa misma calle y lo seguimos siendo
cuando comemos lo más ricamente posible aunque, durante ese rato, a las razones
de lucha para salvarnos de la quema general le añadamos, también, la ternura del
filete que tenemos delante o la encarnación del mar que nos supone una lisa de
estero. Por eso pregonamos que ese disfrute no sea privilegio de una élite sino
derecho de la mayoría. Tan importante como compartir una receta maravillosa es
decir cuánto cuesta, y adaptarla con sabiduría si hace falta, para que no se
quede en inalcanzable fantasía de palacio mientras, en la que vamos, nos
seguimos convenciendo de darle mejores usos a los palacios. Nos gustan mucho más
los dulces cuando se deshacen melosos en la boca que mirarlos en los escaparates.
Nos emociona reconocer ahora, por sus nombres, las especias que hicieron
mágico, para siempre, un guiso de la infancia. Nos moviliza recuperar el sabor
verdadero de las hortalizas cultivadas con respeto a la tierra, o el de los
animales criados también con respeto. Nos entusiasma el bendito atrevimiento de
quien crea algo nuevo a partir de lo tan trillado. Nos gusta hablar de comida. Compartir el buen ánimo de quienes le dedican
a alimentarse el tiempo que se merece, tan distinto a repostar combustible o
cumplir un trámite. Alimentarse, en todos los sentidos y con todos los
sentidos, incluyendo el sentido común, que es la primera muestra de
inteligencia.
Como en todo, cualquier cambio
sólo puede venir con más educación. En AGAR-AGARI somos mayoría quienes
trabajamos, investigamos, estudiamos o enseñamos hostelería. Eso también nos
hace una asociación gastronómica peculiar, porque vemos la cocina y su servicio
desde los dos lados de la barra. Ese espacio que, sabiamente, se convierte en
una mesa común de tapeo y relaciones antes que en una barrera. Queremos mostrar
lo que sabemos y aprender de quienes nos enseñen. Reconocemos, por igual, la
importancia de descubrir y difundir la cocina tradicional gaditana, en sus
esencias y mestizajes, que la de seguir mimándola como un ser vivo que
necesita, también, crecer, relacionarse e innovarse.
Con estas intenciones queremos
hacernos, desde hoy, visibles en la gastronomía gaditana. Somos agaritas.
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